Generalizamos nuestros sentimientos sobre un único individuo de determinado tipo de personalidad para incluir en él a todo el que comparta la misma percepción del mundo. Tenemos predilección por un tipo o estamos en su contra porque hemos estado expuestos a  alguien que demostró sus mejores o peores características frente a nosotros.

Luego, con el tiempo, se trata de determinar exactamente las preocupaciones que inevitablemente surgen y,  que construyen o rompen la conexión con las personas que son diferentes a nosotros. Nos podemos acercar y consolidar como pareja, o desgastar y alejarnos sin, muchas veces, darnos cuenta.

Inevitablemente, aparecerán tensiones en determinados puntos de la relación y, el eneagrama estará allí para mostrarnos una forma maravillosa para implementar en la intimidad: la comprensión compasiva.

La buena noticia es que no siempre mantenemos la misma visión limitada e inamovible de la realidad. La mayoría de nosotros somos capaces de pensar con claridad y responder de forma apropiada en casi todo momento, pero cuando crece la presión entra en juego el “velo de la ilusión” o conjunto de tendencias de cada tipo y tiende a dominar nuestras percepciones. Es en este punto, cuando el conocimiento del eneagrama es muy relevante: Para ejercitar la comprensión compasiva hacia la otra persona, que no es como nosotros, ambos miembros de la pareja deberíamos trabajar simultáneamente nuestras posturas sobre una determinada cuestión: Uno se centra en el cambio y el otro se ocupa de la aceptación.

El eneagrama muestra en detalle las formas de relacionarse entre dos tipos, las maneras de comunicarse, de aliviar tensiones, de enfrentar situaciones difíciles, entre otras cuestiones de interés para dos personas en la intimidad. Tenerlo a mano como una herramienta de apoyo es útil para ambos miembros.